Los orígenes del restaurante El Sordo se remontan a 1917.
Fundado como El Café, en Ricote, por Jesús Ortega Buendía, apodado El Sordo, y Marina Tomás Buendía, donde se servían bebidas y tapas tradicionales como acelgas fritas, michirones o pipirrana. En los 40 toma el relevo la segunda generación, comandada por Victoria López y Paco El Sordo, cuyo apodo, heredado de su padre, originó el nombre por el que hoy conocemos el local. Su fama empieza a extenderse más allá de Ricote. En la década de los 70 El Sordo presenta ya una carta amplia y suculenta: buñuelos de bacalao, pelotas de harina de panizo con brotes de hinojo y collejas y tantísimos platos más. Destacan, por supuesto, las carnes.

En 1986 Jesús Ortega, nieto de los fundadores, se hace cargo de El Sordo con un nuevo local y una atrevida carta donde las carnes de caza cobran protagonismo. 1992 es el año del cambio a la actual ubicación, en calle Alharbona: un nuevo local para una filosofía ya madura y consagrada: innovación y arqueología gastronómica unidas por la calidad y el amor a la tradición. En 2017 El Sordo se hace centenario… pero hoy sigue tan joven como el primer día.
Nuestra historia

Décadas haciendo disfrutar de la comida

1917
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El año de la fundación

Bebidas y tapas tradicionales son la base del entonces café.

Años 40
Francisco Ortega Tomás, segunda generación

Nace la fama

La segunda generación, con Paco el Sordo y Victoria López, toma el relevo.

Años 70
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Un referente de Ricote

El Sordo es ya una referencia por sus carnes, platos y tapas.

1986
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Nuevo local, nueva etapa

Sigue la saga con Jesús Ortega, que apuesta por las carnes de caza.

1992
Propietario, Jesús Ortega

Consagración de una filosofía

Nuevo local y apuesta definitiva por tradición e innovación a la par.

2017
Interior restaurante El Sordo

El año del centenario

El Sordo cumple un siglo en plena forma.

Jesús Ortega

Una vida consagrada a El Sordo

Desde la más tierna infancia, El Sordo y Ricote constituyeron el mundo del cocinero Jesús Ortega. Allí nació su pasión por la cocina, por su pueblo y por el restaurante familiar que regentaban sus padres con mimo y esfuerzo inspiradores. Cuando llegó el momento de tomar las riendas del negocio, se preparó esmeradamente para adaptarlo a los tiempos. Estudió las cartas de infinidad de restaurantes para crear la suya propia: una oferta gastronómica única donde las carnes de caza destacaban como elemento diferenciador. Corría el año 1986 y El Sordo estrenaba nuevo local.

1992 fue el año de la consagración de una filosofía largo tiempo labrada: la fusión libre y heterodoxa de tradición e innovación, con una continua investigación tanto del pasado como del futuro que da forma a los 150 platos que El Sordo, con Jesús Ortega al frente, ofrece hoy a sus clientes.

La inspiración de las raíces

Nadie imaginaría al visitar el elegante El Sordo de hoy que hubo un tiempo en que centenares de gallinas y conejos se criaban en el propio restaurante (eso sí, en el viejo local de la calle la Iglesia, junto al convento, hace medio siglo) o que, durante décadas, el agua potable se trajo en “burrica” desde Fuente Buena. Son cosas que Jesús Ortega vivió, implicado desde niño en las labores del negocio familiar. No en vano él mismo realizó centenares de estos viajes con el animal cargado de agua. Hoy, tanto él como sus hijos y todos los empleados del local, trabajan a diario apasionadamente por renovar un legado cuya esencia nunca cambió: hacer felices a los clientes con la comida y con el trato.

Una saga de cocineros centenaria

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